Y sí, ya era tiempo, llevaba mucho tiempo dando vueltas los mismos chalecos, las mismas poleras, los mismos pantalones, tanto que ya no me quedaban combinaciones posibles.
La verdad, no me considero una maniática por el buen vestir ni una adicta a la ropa, simplemente era necesario añadirle un nuevo elemento a mi closet.
Comprar ropa es todo un ritual.
Debo aclarar que cada vez que salgo a comprar, sigo las palabras de Carolina Herrera "La moda cambia, el estilo perdura" y si hay algo para lo que no sirvo es para seguir la moda y es que simplemente no me gusta andar como la fotocopia de alguien más, suficiente tengo con el uniforme del colegio. La moda es un gasto innecesario, montones de mujeres se pelean por el chaleco que que apareció en la tele, lo encuentran, pagan más de lo que en verdad vale, lo llevan, lo lucen, cambia la tendencia; lo desechan. Mi humilde plan de acción es comprar algo que yo sé que usaré sin necesidad de poner atención a lo que la lleve en ese minuto, la verdad nunca lo hago, siempre ando desfasada. Yo debí ser joven en los años veinte.... pero ese es otro cuento.
Mi mamá se va al supermercado y yo a Paris (a la multitienda, por si alguien tiene la duda...). me gusta que la relación madre-hija-comprar haya evolucionado, debo confesar que es un alivio el no tenerla cerca mientras miro, como que me quita un peso de encima y me da más tiempo para pasearme tranquila (además de evitarme sus comentarios mala ondas, claro)
¿qué les pasa a los diseñadores de hoy? quizás no se hayan dado cuenta, pero las mujeres también pasamos frió en el invierno! ¿cómo es posible que no hayan poleras manga larga? visten a los maniquíes con unos hilitos en vez de ropa, claro, como ellos no son de verdad... en fin, no será una polera lo que me lleve esta vez...
Sigo buscando... a decir verdad, la sección juvenil no me atrae mucho, no es lo mio. Hace poco decidí que los polerones no son para mí, de ahora en adelante a puro chalequito no más, así me siento más cómoda... más yo. Pero lo que lo que sea que ando buscando no está. Me encuentro con mi más grande enemigo: el cierre! y es que no me gusta, porque una que tiene pancita, cada vez que se sienta se hace una bolita que no ayuda a disimular el sobre peso. Lo más terrible es que, con el tiempo, esa ondulación se hace permanente y ya no hay como arreglarla. Polerones con cierre ¡shao!
Seguimos con el periplo del consumismo necesario. Vamos a ver si hay algo más abrigador que llame mi atención. Parkas... ¿que onda con las parkas? ¿por que son tan infladas? si los michelines los traigo por cuenta propia!. Parkas no.
A esas alturas ya comienzo a cuestionarme ¿que es lo que me pasa? ¿como es posible que nada me complazca? ¿será que la moda cada vez se aleja más de mis gustos? ¿será que estoy mirando sin ver? ¿seré yo Señor?
Y de pronto, escondida entre ropas que no deberían ir ahí, la veo. Es una especie de chaqueta hecha con tela de poleron, con botones, es abrigadora, sutil, es nueva, como algo que quisiera tener en mi closet pero por alguna razón no está: perfecta!
Gracias al Cielo están todas las tallas. Me ha pasado más veces que las que querría el no encontrar el tamaño para mí. Pero este no será el caso.
Partimos realistas: talla L. Esa es mi medida estándar. A veces ocurre el milagro y puedo bajar de nivel, pero solo a veces... el L me queda relativamente bien, las mangas son muy largas a mi gusto. Me pongo optimista, vamos por la M! y resulta que no es para mí. Mis pobres venas hacen un esfuerzo enorme para llevar sangre a mis brazos, se descarta. Quizás la XL me haga sentir más cómoda... quien sabe... y así es, aunque las mangas me quedan bastante largas, la parte de abajo que es suelta parece cúpula de carpa, mis manos se pierdan en los bolsillos, se me hagan alas de murciélago... mmmm, parece que no es muy buena opción... mejor me pruebo la L de nuevo ¿o la XL? ¿y si mejor me llevo la L?...colapso... mando todo a la cresta, me llevo al L y punto, casi sin pensarlo más.
Me dirijo a la caja. Las cajeras siempre que están de a dos pelan a otros funcionario, me entretiene escuchar pelambres de gente que no conozco. Las dos niñas tiene una cara de agotamiento que casi ya no se pueden y es que claro, las clientas tampoco son el monumento a la simpatía.
Les sonrío y las saludo, a ver si con eso se les relaja algún un músculo. A veces no responden y sólo se limitan a cumplir con el contrato, pero ésta vez no fue así, por lo menos una esbozó una mueca que (creo) pretendía ser sonrisa.
Pago con 20 mil pesos "¿no tiene más sencillo?" ...pucha sorry, pero no ando con $12.990 ahora... "no" digo en tono de disculpa. Los cajeros en general se complican dando vuelto, no los culpo por eso... "¿puntos Mas?" "Sí" y digo el rut de mi mamá como papagayo, no sin antes pensarlo un poco, me ha pasado que por error he dado mi rut o mi celular o cualquier otro cúmulo de dígitos. Definitivamente las cifras no son lo mío...
Mecánicamente me guardan la prenda en una bolsa y la cierran con un schotch. La tomo, doy las gracias y sonrío.
Me encuentro con mi madre en el supermercado, parece complacida con mi compra. Que bueno porque yo también lo estoy.
Una vez en casa, lo primero que hago es quitarle todas las etiquetas y estorbos por el estilo, menos las que dicen "remove before wearing", esas siempre se me pasan.
Y una vez ahí, parada frente al espejo de cuerpo entero, puedo decir con toda seguridad que estoy satisfecha con mi compra.
"Armario lleno, Corazón contento"