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Los lápices y yo

Tengo un grave problema: soy consumista-maniática-compulsiva de lápices.
Y es que es superior a mí, cada vez que veo uno que me llame la atención no puedo sino imaginármelo entre mis dedos, trazando su estela en el papel, clavando sus palabras en el llano albino e infinito.
No discrimino. Toda marca, color, forma o contextura es bienvenida. Desde Bic hasta Parker, desde negro a rosado, toda forma de escritura me sirve.

Puedo verlas escondidas... las letras se van mezclando entre ellas en un profundo río de tinta que aguarda por desembocar en el mar blanco. Se amontonan las palabras en la punta, rebotan ansiosas con ganas de salir al mundo, se alborotan, son un enjambre de versos al azar en mi cabeza; el caos más maravilloso.

Y cuando al fin la punta roza el papel ¡qué dicha más grande! baila el lápiz sobre la hoja, la rasguña con inclemencia. Como el amante más fogoso, como el enamorado más tierno, va tatuando su estela de poesía o razonamientos sinsentidos en la hoja virgen e indefensa.

Pero de todos los lápices existentes en la tierra, el que más amo es mi pluma. Con ella las frases van planeando en el papel, se deslizan sin problemas, se puede sentir verdaderamente la tinta quemando las hojas. En ella se esconden todas las estaciones del año, los amores de primavera, las luces del verano, la lluvia del invierno, el amarillo del otoño, en ella se guardan las lágrimas más profundas y salinas, las risas más dichosas, los más mudos secretos. En ella palpita la sangre de mi puño, se guardan mis pensamientos, bailan los versos del alma. Las palabras navegan en la hoja, van dejando su estela en ese océano de vació y poco a poco los versos se van formando, las estrofas, las frases, las ideas y oraciones cobran sentido en el papel. Son mis palabras, los latidos de mi alma hechos letras.

Sí...generalmente me pego voladas cuáticas....

Varias ideas locas

Lo que va de este año ha sido distinto en toda la magnitud de la palabra. Para empezar, los cursos que venían justos desde más o menos 10 años se revolvieron según las preferencias de los estudiantes en Humanista, Biólogo o Matemático.

¿mi opción? Humanista, sin dar espacio alguno a duda. Y es que no me veo en ningún otro curso, y no es solo porque me valla bien en todos esos ramos sino que hay algo más profundo ahí, unas ansias por saber, por aprender. No es solo el repudio hacia las ciencias y las matemáticas: es una conjugación de todo eso para lograr algo grande. Los humanistas estamos llamados a cambiar el mundo; somos los únicos con el permiso de soñar y perseguir lo soñado, levantamos la voz ante las injusticias, peleamos por lo que queremos, hueviamos como queremos y poco a poco vamos dejando atrás esa idea antigua y añeja sobre que los humanistas somos lo que dejó la ola, los que no tienen nada mejor que hacer.

Todo lo anterior se debe en gran parte al grupo humanos que se formó. Pueden decir que fue azar o mera coincidencia, pero me atrevo a decir que hay algo más fuerte que nos puso juntos. Y es que, a pesar de que existen grupos, éstos interactuan entre ellos sin mayores problemas, no hay malas ondas o rivalidades, somos un sólo grupo, no, más que eso, somo una familia. Nunca faltan las risas y las jugarretas pero cuando hay que ponerse serios, nos ponemos serios. El trabajo no es nuestro mejor amigo, pero estamos conscientes de eso y de alguna forma u otra se intenta lidiar contra ello. Somos un grupo diverso, tenemos representantes de todas las tendencias políticas, hay provenientes de cuna de oro como de mimbre, ateos, religiosos, sanos y no tanto, de aquí y de allá, altos, bajos, deportistas, sedentarios, mateos, dejados...... tolerancia, ese es el olor que se respira al entrar en la sala.....

Tuve la suerte de partir al curso con mi grupo de amigas sin dejar a ninguna atrás. He de confesar que mis habilidades sociales eran prácticamente nulas, mis amigas eran mi vida y no salía de eso. Ahora que lo pienso, harto tarada que era... en fin. Primer día de clases, las cuatro corrimos a alcanzar los primeros puestos porque este año sí nos iba a ir bien.
La paranoia terremotística hizo que movieran un poco las filas y a mí me dejó aislada del foco de conversación. Me sentía sola, ir al colegio se hacia fome, no me quedaba otra más que prestar atención en clases.
Ya que nos habíamos sentado por afinidad, el ruido de las bocas parlantes se hacia molesto para los profesores; había llegado la hora de los cambios de puesto: uno por aquí, otro por allá y listo, más aislada me habían dejado siendo que no me había movido de mi lugar.
Pasaron unos días y el profe anuncia que un nuevo compañero llegaría al curso, se trataba de un amigo que por tema de notas no había conseguido quedar pero que llevaba al humanismo en el ama. Escucho a una voz desconocida hablar mal sobre él sin siquiera conocerlo. Me armé de valor y le contesté que si no lo conocía a que no hablara. Fui pesada, lo sé, pero por defender algo que me parece mal, soy capaz de todo.
Los días pasaban y poco a poco comenzaba a intercambiar más palabras con el nuevo compañero. Es curioso, porque a todos los demás los cachaba al menos de vista pero a él... era como si nunca antes lo hubiese visto. En un principio no me agradó mucho: su afición por el carrete y ciertos vicios me hicieron estereotiparlo de inmediato, pero me hacía reír de una forma diferente, hablaba sinceramente (o al menos eso creo), no se parecía a mis compañeros del curso anterior con los cuales a penas hablaba. Poco le duró mi prejuicio porque, a pesar de ser bien weon a ratos, dárselas de winner y molestarme constantemente, me dí cuenta de que había algo más profundo en él que lo que mostraba a simple vista.
Me resultaba entretenido hablar y discutir con él, pero parece que el profe se dio cuenta de eso y me cambió de puesto hasta el otro lado de la sala. Pero a esas alturas ya había formado nuevos lazos y no fue tan terrible a pesar de que las horas de conversa disminuyeron considerablemente.
Con el cambio de puesto nuestras conversaciones aminoraron pero seguían ahí, eventuales y esporádicas pero ahí. De repente es chistoso verlo explotar cuando un profesor lo increpa: me dan ganas de agarrarlo y decirle que, por su propio bien, se quede callado. Me molesta, eso sí que sea, a veces, tan mierda para referirse a las mujeres, como si las conociera al revés y al derecho, me dan ganas de decirle unas cuantas cosas, pero cuando más las necesito, las buenas ideas se me esconden y aparecen cuando ya no son necesarias.

Es curioso... creo que este año he conocido personas que se volvieron importantes para mí dentro de un tiempo muy corto. Supongo que esa es la gracia de ir creciendo y cambiando... en fin, estas palabras locas y sin sentido van dirigidas para ti que me las pediste, gracias por darme un motivo para escribir :B sabes que te quiero y si de repente no interactuo mucho contigo, es porque ando pensando en pajaritos y no porque no quiera.

Listo, ahí tienes tu entrada ¿feliz? :)

Música...

Comienzan las primaras notas y ya no soy yo... empieza por un pie, luego el otro, el tronco, los brazos, el cuerpo entero; mi alma...
Los primeros acordes van tomando posesión de mi cuerpo y me deslizo por un pentagrama saturado de ritmo. Mi casa parece eterna y la gente se vuelve invisible, estoy sola navegando entre corcheas y negras, nada más importa. Mis brazos dibujan cabriolas en el aire y mis manos son mariposas que sólo quieren echarse a volar.
Una sonrisa inconsciente se traza en mis labios y es que la Valentina muda se va a pasear por el olvido y es otra la que aflora en mi cuerpo, la verdadera, la que ríe sinceramente con carcajadas salidas del espíritu, de esas que suben desde el estómago y rebotan en la boca.
Cierta es mi carencia de ritmo y coordinación... pero qué más da! cuando hay ganas de ser libre, el resultado visual no importa.
Me levanto de la silla, hago el ridículo para mí misma, canto con una voz tan mía y desafinada que sólo yo sé apreciar, muevo los pies al capricho del antojo, subo el volumen y pareciera que mis oídos van a estallar de gozo, el sonido se vuelve más envolvente y el ruido del diario trajín se vuelve trasparente, sacudo la cabeza y los cuestionamientos se deprenden de ella, cierro los ojos.... definitivamente ya nada más existe; ¿problemas? ¿qué es eso?, ¿ desilusiones? cosas de la otra Vale.
Me elevo en una brisa y miles de estrellas recorren mis dedos. Estoy sola nadando por el cosmos del ritmo, puedo sentir mi pelo ingrávido en el espacio, mis caderas sacudiéndose entre constelaciones envidiosas, mis piernas siendo las bailarinas que nunca pudieron, mi lengua saltando en la boca mientras balbucea algunos versos sueltos, los dedos son astros fugaces orbitando por mi ser y es el cuerpo entero el que se llena de dicha, de una alegría tonta e injustificada pero profunda.
El corazón como un tambor aclama por libertad en mi pecho, un rocío gozoso baña mis labios y río. ¡El volumen aun más fuerte! las notas me abrazan, me dan calor, arrebolan mis mejillas, agitan mis muslos.... cuando me pongo los audífonos ya nada más importa, el mundo real parece irrelevante, artificial, como un sueño mal logrado....
.... mi madre me llama a gritos, no me queda otra más que atender. Vuelvo de mi viaje interestelar. Abruptamente y de un tirón me ponen los pies en la tierra. De vuelta a la rutina... vamos que se puede....

Shopping Time!

Y sí, ya era tiempo, llevaba mucho tiempo dando vueltas los mismos chalecos, las mismas poleras, los mismos pantalones, tanto que ya no me quedaban combinaciones posibles.
La verdad, no me considero una maniática por el buen vestir ni una adicta a la ropa, simplemente era necesario añadirle un nuevo elemento a mi closet.
Comprar ropa es todo un ritual.
Debo aclarar que cada vez que salgo a comprar, sigo las palabras de Carolina Herrera "La moda cambia, el estilo perdura" y si hay algo para lo que no sirvo es para seguir la moda y es que simplemente no me gusta andar como la fotocopia de alguien más, suficiente tengo con el uniforme del colegio. La moda es un gasto innecesario, montones de mujeres se pelean por el chaleco que que apareció en la tele, lo encuentran, pagan más de lo que en verdad vale, lo llevan, lo lucen, cambia la tendencia; lo desechan. Mi humilde plan de acción es comprar algo que yo sé que usaré sin necesidad de poner atención a lo que la lleve en ese minuto, la verdad nunca lo hago, siempre ando desfasada. Yo debí ser joven en los años veinte.... pero ese es otro cuento.
Mi mamá se va al supermercado y yo a Paris (a la multitienda, por si alguien tiene la duda...). me gusta que la relación madre-hija-comprar haya evolucionado, debo confesar que es un alivio el no tenerla cerca mientras miro, como que me quita un peso de encima y me da más tiempo para pasearme tranquila (además de evitarme sus comentarios mala ondas, claro)
¿qué les pasa a los diseñadores de hoy? quizás no se hayan dado cuenta, pero las mujeres también pasamos frió en el invierno! ¿cómo es posible que no hayan poleras manga larga? visten a los maniquíes con unos hilitos en vez de ropa, claro, como ellos no son de verdad... en fin, no será una polera lo que me lleve esta vez...
Sigo buscando... a decir verdad, la sección juvenil no me atrae mucho, no es lo mio. Hace poco decidí que los polerones no son para mí, de ahora en adelante a puro chalequito no más, así me siento más cómoda... más yo. Pero lo que lo que sea que ando buscando no está. Me encuentro con mi más grande enemigo: el cierre! y es que no me gusta, porque una que tiene pancita, cada vez que se sienta se hace una bolita que no ayuda a disimular el sobre peso. Lo más terrible es que, con el tiempo, esa ondulación se hace permanente y ya no hay como arreglarla. Polerones con cierre ¡shao!
Seguimos con el periplo del consumismo necesario. Vamos a ver si hay algo más abrigador que llame mi atención. Parkas... ¿que onda con las parkas? ¿por que son tan infladas? si los michelines los traigo por cuenta propia!. Parkas no.
A esas alturas ya comienzo a cuestionarme ¿que es lo que me pasa? ¿como es posible que nada me complazca? ¿será que la moda cada vez se aleja más de mis gustos? ¿será que estoy mirando sin ver? ¿seré yo Señor?
Y de pronto, escondida entre ropas que no deberían ir ahí, la veo. Es una especie de chaqueta hecha con tela de poleron, con botones, es abrigadora, sutil, es nueva, como algo que quisiera tener en mi closet pero por alguna razón no está: perfecta!
Gracias al Cielo están todas las tallas. Me ha pasado más veces que las que querría el no encontrar el tamaño para mí. Pero este no será el caso.
Partimos realistas: talla L. Esa es mi medida estándar. A veces ocurre el milagro y puedo bajar de nivel, pero solo a veces... el L me queda relativamente bien, las mangas son muy largas a mi gusto. Me pongo optimista, vamos por la M! y resulta que no es para mí. Mis pobres venas hacen un esfuerzo enorme para llevar sangre a mis brazos, se descarta. Quizás la XL me haga sentir más cómoda... quien sabe... y así es, aunque las mangas me quedan bastante largas, la parte de abajo que es suelta parece cúpula de carpa, mis manos se pierdan en los bolsillos, se me hagan alas de murciélago... mmmm, parece que no es muy buena opción... mejor me pruebo la L de nuevo ¿o la XL? ¿y si mejor me llevo la L?...colapso... mando todo a la cresta, me llevo al L y punto, casi sin pensarlo más.
Me dirijo a la caja. Las cajeras siempre que están de a dos pelan a otros funcionario, me entretiene escuchar pelambres de gente que no conozco. Las dos niñas tiene una cara de agotamiento que casi ya no se pueden y es que claro, las clientas tampoco son el monumento a la simpatía.
Les sonrío y las saludo, a ver si con eso se les relaja algún un músculo. A veces no responden y sólo se limitan a cumplir con el contrato, pero ésta vez no fue así, por lo menos una esbozó una mueca que (creo) pretendía ser sonrisa.
Pago con 20 mil pesos "¿no tiene más sencillo?" ...pucha sorry, pero no ando con $12.990 ahora... "no" digo en tono de disculpa. Los cajeros en general se complican dando vuelto, no los culpo por eso... "¿puntos Mas?" "Sí" y digo el rut de mi mamá como papagayo, no sin antes pensarlo un poco, me ha pasado que por error he dado mi rut o mi celular o cualquier otro cúmulo de dígitos. Definitivamente las cifras no son lo mío...
Mecánicamente me guardan la prenda en una bolsa y la cierran con un schotch. La tomo, doy las gracias y sonrío.
Me encuentro con mi madre en el supermercado, parece complacida con mi compra. Que bueno porque yo también lo estoy.
Una vez en casa, lo primero que hago es quitarle todas las etiquetas y estorbos por el estilo, menos las que dicen "remove before wearing", esas siempre se me pasan.
Y una vez ahí, parada frente al espejo de cuerpo entero, puedo decir con toda seguridad que estoy satisfecha con mi compra.
"Armario lleno, Corazón contento"

Un día como hoy

Hay días en los que el sol decide tomarse un respiro, en los que la Tierra prefiere estar sola y alejarse un poco de su órbita, en los que el pegajoso calor se retira y se lleva su sabrosura a otros lados, se esconden las piernas desnudas, se alargan las mangas, aparecen los chalecos, aumentan los abrazos, el té y el café se ven en su máximo estado de gloria, crece la melancolía, las flores se ocultan, los calcetines se engrosan, las narices se enfrían y las cocinas se llenan de vida.
Hay días en los que las nubes bajan a conocer la tierra, en los que no se ve más allá de un metro de distancia, días en os que todos tosen, días en los que bufandas adornan los cuellos, días con frío.
¡Oh Dios cómo amo el frío! Amos los abrazos apretados, las hojas doradas, el aire frío susurrando versos en mi oído, amo los chalecos grandes y acogedores, amo las conversaciones al lado de una estufa, amo ese olor a leña que se entromete en mi pelo y no se digna a salir, amo descifrar figuras en las nubes, amo envolver mi cuello en bufandas kilométricas, amo sumergir mis dedos en la mano de alguien más, amo mojarme con la lluvia, amo sentir mi pelo esponjado, amo pasar largas horas encerrada en la cocina preparando manjares para los estómagos fríos, amo sentir la danza constante de la lluvia sobre el techo, amo esconder mis manos en los bolsillos buscando calor, amo los guateros, el té y el café deslizándose por mi garganta, amo el jugo de naranja que me prepara mi mamá a modo de prevención contra los bicharracos que andan sueltos, amo el pan tostado con mantequilla, amo dormir arropada con miles de frazadas, amo mis calcetines peludos y mi pijama calentito.
Amo el frío, o más bien el invierno, lo amo porque la gente se acerca más, porque me inspira, porque me pone melancólica y reflexiva... qué se yo... mañas mías.

De mi para ti

Hace tiempo que tenía ganas de escribir algo nuevo, pero la iluminación divina hizo caso omiso a mis súplicas así que no me quedó más que mostrarles algo que tenía guardado desde antes: es un trozo de una historia que me ha llevado años en hacer y que aun no he terminado y no por ser épicamente larga sino porque escribo solo cuando siento que es un buen momento de escribir, el relato está en primera persona porque así me resulta más sencillo que en tercera, puedo meterme en el interior de un solo personaje a la vez y no enredarme entre uno y otro, pero eso no es asunto suyo.
El protagonista es Santiago Herrera, sí, un hombre, al contrario de la mayoría de los relatos de niñitas de mi edad, el protagonista es hombre ¿por qué? por que me gustan, se me hace menos difícil escribir de ellos que de mujeres, sepa Dios por qué. Me encantaría darles una sinopsis pero ni yo se muy bien de que se trata este asunto, todo va siendo creado en el camino, como gran un soliloquio escrito, además no debe faltar el oportunista que ronde estos sitios a ver si puede conseguir alguna buena idea de alguien más, prefiero la paranoia antes que la rabia.
Pero bueno, me he ido en mucho bla-bla, así que sin más fanfarrea les dejo un trozo de mi humilde creación:
[...] Mis pasos se dirigieron a la cocina casi por instinto, ahí me encontré con Lucrecia desplumando a una pobre gallina desgraciada. Al parecer no se percató de mi presencia pues canturreaba y lanzaba fases al azar como solo las personas que se saben en soledad lo hacen.
Su labor de despellejar y limpiar al pajarraco era realmente asquerosa para mí, pero ella lo hacía con tal normalidad que comencé a cuestionarme la repugnancia de su trabajo, lo hacía con tal pasiva alegría, con una agraciada firmeza... Sus manos sucias desmenuzaban al ave pero la mente divagaba por lugares que solo ella sabía.
Algo raro se movió en mí.
yo era un romántico sin curriculum, bueno, una vez me había enamorado y al parecer fue recíproco pero yo solo era un cabro imberbe que aun no conocía el mundo y ella una jovencita acosada por el bombardeo constante de sus hormonas. No fue muy difícil que me dejara a penas un tipo mayor le diera una oportunidad. Él era un gallo dos años mayor, con una barba que quería asomarse y esos pelos en el pecho que mis compañeros tanto idolatraban, adoración que yo no compartía ni entendía.
De esa relación solo conservaba mi primer beso y prácticamente el único que guardaban mis labios, después de ése procedieron dos más, ambos provistos por fanáticas desinhibidas que me pillaron volando bajo.
Sí... yo era un romántico y Lucrecia, con su bárbara labor, me lo había recordado.
Un estornudo delató mi presencia, ella siguió con su trabajo pero su canto despreocupado se había desvanecido en el silencio.
- Buenos días.
- Buenos días.
No había mucho más que decir, no sabía que más decir. [...]
Eso.
acepto críticas, felicitaciones, beso, pifias, saludos, limosnas, necesito de la opinión ajena pa' cachar si hago las cosas bien.
Espero que les haya gustado :)

Nos ponemos románticos

Día de San Valentín: al decir esa fecha, por lo general surgen tres tipos de exclamaciones: "aawwww!", "..." y "iuug!".
La primera corresponde a esa persona romántica, enamorada del amor o del perrito que le mueve la cola, por lo general es gente que tiene alguien con quien pasar aquel día y anhela un día "romántico" (nótese las comillas; el romanticismo lo determina cada uno) junto al su pareja, en fin, es una persona que pone esperanzas en aquel día o simplemente le gusta eso de recordar tan nobles sentimientos (ojo, que no lo dije con ironía).
La segunda no es una exclamación propiamente tal, sino que un mutismo, una levantada de hombros un "no me importa" o " no estoy ni ahí" por lo general es emitido (o callado) por personas a las cuales les importa un bledo aquel día y no por estar despechados y amargados que no creer en el amor y cosas así, no, simplemente no les importa, es una fecha más en el calendario. Su indiferencia se puede deber a varios factores: ya sea que lo encuentran una fecha extranjera o sienten que pueden demostrar amor cualquier día del año o simplemente, sin mayores argumentos, no les importa.
Y por último, los "iuug" (perdón, pero no se me ocurrió otra onomatopeya para el asco) personas para las cuales el amor es un sentimiento nefasto y cursi, una lacra de la sociedad (quizás se me pasó un poco la mano con lo último...) ya sea porque sienten que cupido se burla de ellos o que aquel romance tan anhelado jamás llegará o pasó y se fue sin más, cosas así, por lo general personas despechadas o que se dejan influenciar mucho por las películas norteamericanas (que curioso! la primera expresión tiene mucho de lo mismo).
Mi caso es un poco extraño, no es que no encaje con ninguno de las tres opciones (que, repito, pueden no ser las únicas), lo que pasa es que tengo un poco de las tres: me gusta eso de celebrar un sentimiento tan lindo como el amor, me dan un poco lo mismo los especiales en la tele (que son eteeeernos) y los globos rosaditos y tambíen es como una fecha más en el calendario (si no fuera mi santo lo sería del todo) y me carga esa sensación melosa y consumista que rodea el aire, ese romanticismo barato copiado de la televisión, esa cumbia cebollera, la cursilería en general.
Y es que el 14 de febrero es una fecha más estadounidense que el 4 De julio, otra tradición gringo-parlante que no nos pertenece pero que ya forma parte de nuestro inconsciente.
no sé... me da bastante lo mismo si paso esa fecha con alguien o no, soy soltera de nacimiento y no me afecta en nada, no odio al amor ni tampoco lo idolatro, como ya dije, es otra fecha en el calendario.