Los primeros acordes van tomando posesión de mi cuerpo y me deslizo por un pentagrama saturado de ritmo. Mi casa parece eterna y la gente se vuelve invisible, estoy sola navegando entre corcheas y negras, nada más importa. Mis brazos dibujan cabriolas en el aire y mis manos son mariposas que sólo quieren echarse a volar.
Una sonrisa inconsciente se traza en mis labios y es que la Valentina muda se va a pasear por el olvido y es otra la que aflora en mi cuerpo, la verdadera, la que ríe sinceramente con carcajadas salidas del espíritu, de esas que suben desde el estómago y rebotan en la boca.
Cierta es mi carencia de ritmo y coordinación... pero qué más da! cuando hay ganas de ser libre, el resultado visual no importa.
Me levanto de la silla, hago el ridículo para mí misma, canto con una voz tan mía y desafinada que sólo yo sé apreciar, muevo los pies al capricho del antojo, subo el volumen y pareciera que mis oídos van a estallar de gozo, el sonido se vuelve más envolvente y el ruido del diario trajín se vuelve trasparente, sacudo la cabeza y los cuestionamientos se deprenden de ella, cierro los ojos.... definitivamente ya nada más existe; ¿problemas? ¿qué es eso?, ¿ desilusiones? cosas de la otra Vale.
Me elevo en una brisa y miles de estrellas recorren mis dedos. Estoy sola nadando por el cosmos del ritmo, puedo sentir mi pelo ingrávido en el espacio, mis caderas sacudiéndose entre constelaciones envidiosas, mis piernas siendo las bailarinas que nunca pudieron, mi lengua saltando en la boca mientras balbucea algunos versos sueltos, los dedos son astros fugaces orbitando por mi ser y es el cuerpo entero el que se llena de dicha, de una alegría tonta e injustificada pero profunda.
El corazón como un tambor aclama por libertad en mi pecho, un rocío gozoso baña mis labios y río. ¡El volumen aun más fuerte! las notas me abrazan, me dan calor, arrebolan mis mejillas, agitan mis muslos.... cuando me pongo los audífonos ya nada más importa, el mundo real parece irrelevante, artificial, como un sueño mal logrado....
.... mi madre me llama a gritos, no me queda otra más que atender. Vuelvo de mi viaje interestelar. Abruptamente y de un tirón me ponen los pies en la tierra. De vuelta a la rutina... vamos que se puede....
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